miércoles, 18 de abril de 2007

De locos

Un gran fajo de billetes, tres cuchillos de grandes dimensiones y hasta ropa con los "chivatos" de "El corte inglés". Que los dos guardias civiles de Tráfico no detuvieran al instante a Jamal Ahmidan, o más conocido por todos en la rocambolesca historia del 11-M como "El chino", con todo lo que llevaba en su maletero es de locos. Igual que lo es la patraña sobre la teoría de la conspiración, que ayer, en pleno juicio por el atentado, se dio de bruces contra el muro más infranqueable: el que ha erigido el propio dolor de las víctimas. De locos es tener que soportar, y más aún ellos que guardan en su piel las cicatrices externas e internas de semejante matanza, todas las conspiraciones que se han tejido en torno a ese día. Ácido bórico, tarjetas de Mondragón, papeles falsificados... Si a cualquier ciudadano de apariencia democrática puede sentirse avergonzado por esa actitud inefable y cruel, más aún lo sienten aquellos que viven con las secuelas de aquel día negro en la historia de nuestro país. Pero más aún de locos es pretender, con cualquier teoría desmontada, seguir conspirando, seguir obcecándose en que hay algo más que lo que se quiere ver, que hay algo que se esconde tras esa locura islamista. Que los desiertos lejanos del señor Aznar se orientan hacia el País Vasco y que esos de las capuchas hicieron algo, porque para eso Acebes se encargó de mantenerlo sin éxito hasta el día de las elecciones generales, cuando la ciudadanía se rebeló contra la mentira.
De locos es no sensibilizarse con los desgarrados testimonios que ayer seis víctimas del 11-M expresaron en el juicio. Y de locos es seguir pretendiendo dar una carga política superior a esta historia que, ante todo, es humana. ¿Para cuándo los dos principales partidos de este país van a vertebrar su política de resentimiento y crispación en torno al 11-M? ¿Hasta cuándo van a seguir utilizando el dolor aún latente de las víctimas? Incluso ayer, en esa sesión del juicio, la abogada defensora de uno de los acusados, rompió a llorar con el testimonio de una de las víctimas. Eso es humanidad, y no la sarta de estupideces que nuestros políticos se tiran a la cara en relación con los atentados de Atocha.
Pero como no aprendemos, y seguimos cayendo en el error, pronto el diario "El Mundo" volverá a publicar una nueva línea argumental que relacionará a ETA con el 11-M. El PP volverá a dudar de la actuación de jueces y policías, y el PSOE ensalzará de nuevo a Acebes y a Aznar como los mayores mentirosos en los días que sucedieron al atentado. Los más cuerdos de toda esta historia son aquellos que de verdad tendrían que tener siempre la palabra. Los más cuerdos son esas seis víctimas que ayer se sentaron cerca de los asesinos que cometieron tal atrocidad, y que reclamaron justicia para los culpables y respeto para las víctimas. Lo más sensato que se ha oído sobre el 11-M durante mucho tiempo.

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